martes, 26 de junio de 2012

Andulación - ¿Por qué funciona?




El cuerpo humano es una estructura biomecánica y fisiológica muy compleja, constituida de tejidos óseos y blandos que están en gran parte determinados por factores genéticos. Durante una vibración transmitida al cuerpo entero, todas las células del esqueleto, de los músculos y de los órganos internos experimentan oscilaciones (= resonancias celulares). Sin embargo, las células de un órgano determinado p. ej. el intestino muestran características biológicas totalmente distintas a las de p. ej. el cerebro, los músculos, los huesos etc. Por lo tanto, una vibración inducida mecánicamente perfectamente idéntica provoca resonancias biológicas diferentes a la altura de las células del estómago, el cerebro, los músculos, el esqueleto, etc. Es decir, tanto las reacciones biodinámicas como las consiguientes reacciones fisiológicas de las partes del cuerpo son no lineales. Este fenómeno también se denomina resonancia estocástica.
La gran mayoría de la gente experimenta una reacción sensorio-motriz clara durante un estímulo de vibración sinusoidal de andulación relajante caracterizado por una amplitud estable y una intensidad de 20 a 45 Hz durante 15 a 30 minutos. Por otra parte, dado que en ninguna parte del mundo existen dos individuos idénticos con las mismas estructuras corporales, todos reaccionaremos de forma distinta a este estímulo de vibración inducido mecánicamente. Como la sensibilidad a las vibraciones viene determinada por las propiedades genéticas de una persona (=el genoma), la mayoría de nosotros (+/- 84%) experimentaremos resultados buenos pero diferentes en comparación con las personas que no son sensibles a las vibraciones inducidas mecánicamente.
La transmisión de las vibraciones sinusoidales mecánicas hacia los órganos tiene lugar a través del fenómeno natural de la resonancia. Al igual que las ondas que provoca una piedra tirada al agua, todas las vibraciones inducidas externamente provocarán ondas en el líquido en el que se encuentran las células (= resonancias celulares). Dado que el comportamiento fisiológico de una célula también cambia en función de los movimientos de los orgánulos en la propia célula (núcleo, lisosomas, aparato de Golgi, ribosomas, mitocondrias, etc.), estos mecanismos de movimiento intracelulares se verán afectados por las resonancias que experimentan las células durante las vibraciones mecánicas. Los millones de células que componen cada órgano reaccionan a estas resonancias al igual que un barco, kayak o tabla de surf que debe hacer frente a las olas del mar: de una forma u otra, se debe suministrar energía mecánica para poder ofrecer resistencia. Los miles de millones de minúsculas fábricas de energía dentro de nuestras células, denominadas mitocondrias, reaccionan ante las vibraciones mecánicas con un aumento de la producción energética (= ATP o adenosín trifosfato). Además, el ATP garantiza la comunicación universal entre todas las células. Por lo tanto, el cuerpo humano no puede funcionar sin energía y sin la producción de ATP.
Los estímulos sinusoidales de vibración son detectados por diferentes tipos de mecanorreceptores (de Merkel, Meissner, Ruffini, Pacini) y receptores sensoriales (sobre todo las fibras del tipo I-a) en todos los sistemas de órganos que facilitan el sistema. De esta manera la piel, los husos musculares, el tejido óseo, las articulaciones, los órganos internos, etc. son modulados por las vibraciones sinusoidales mecánicas, de modo que provocan modificaciones fisiológicas en estos tejidos. Las células musculares, por ejemplo, no pueden hacer otra cosa que contraerse de forma refleja para poder amortiguar estas ondas sinusoidales de vibración. Este proceso beneficia la coordinación entre agonistas y antagonistas musculares.
Una activación neuromuscular es la consecuencia lógica y fisiológica, en la que los músculos captan las ondas de vibración inducidas.
Nuestro cerebro, el «hardware humano», también recibe información sobre las vibraciones experimentadas; no sólo a través de lo que se llama la retroalimentación propioceptiva de los receptores mecánicos y sensoriales, sino también directamente a través del fenómeno de resonancia. En pacientes con problemas para andar a consecuencia de la enfermedad de Parkinson, diabetes y/o parálisis, un estímulo mecánico de los mecanorreceptores en la planta del pie, inducido a través de ruido subsensorial mediante las vibraciones, provocará un estímulo de retroalimentación propioceptiva, de modo que el cerebro se sensibilizará para mediar una posición postural correctiva. Por otra parte, las señales aferentes de vibración de diferentes frecuencias también modularán la actividad cerebral en el tálamo y la circunvolución central posterior. Esto produce cambios en la producción de los neurotransmisores noradrenalina, dopamina y serotonina, de endorfinas así como hormonas, de modo que se generarán reflejos conscientes e inconscientes. Lo sobredicho explica porqué la persona tratada se siente tan relajada al finalizar una sesión de andulación.
La regulación molecular, fisiológica y genética de esta mecanosensibilidad a un determinado estímulo de vibración es muy compleja y depende en gran medida de la amplitud, frecuencia y duración de la estimulación. Debido a que nuestro cuerpo consta de diferentes órganos y constituye por tanto un sistema no lineal, las células de cada órgano estarán ajustadas de forma distinta para captar una frecuencia u otra (resonancia estocástica). En otras palabras, el tejido que compone los ojos, el oído, el tacto, los huesos, los músculos, el cartílago etc. reaccionará de forma diferente a un determinado estímulo de vibración.


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